lunes, 24 de septiembre de 2018


1-   Cartas desde mi molino, Alphonse Daudet, francés, Salvat Editores, S.A., Biblioteca Básica Salvat, 1972, Prólogo de Carmen Riera Guilera, 171 páginas.

El poeta se aleja del artificio de la ciudad de París para encontrarse con su soledad, una soledad que le permita la tranquilidad de escribir. Para ello ha comprado un viejo y destartalado molino en una colina de la campestre Provenza, una región histórica del sur de Francia. Desde allí, acompañado por un búho, el olor de los pinos, el canto lejano de algún chorlito y la luz del sol que entra por la puerta abierta, escribe unas “cartas” que más que cartas son excusas para exponer sabrosos relatos, poéticas descripciones  y profundas reflexiones sobre personajes, costumbres, hábitos, paisajes e, incluso, la lengua provenzal tan querida, tan añorada y, lamentablemente, casi perdida. Sus relatos los ha oído de los naturales de la región o bien son experiencias propias de sus andanzas y encuentros. Entre ellos, por ejemplo, su encuentro con el poeta Federico Mistral quien vive en una pequeña aldea llamada Maillane. Para él, Mistral es el reconstructor de la lengua provenzal, una lengua que por decreto estaba destinada a desaparecer.

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