miércoles, 30 de agosto de 2017

LAS MINAS DEL REY SALOMÓN

     Las minas del rey Salomón, Henry Rider Haggard, inglés, editorial Zig-zag, Biblioteca Juvenil, Serie amarilla, segunda edición 1955. Traducción de Guillermo Gariazzo. Título en inglés: King Solomon’s mines, 324 páginas.

Es una novela de aventuras, iniciadora del subgénero “mundo perdido”. La obra ha sido llevada al cine por la Metro-Goldwyn- Mayer. Antes de la introducción hay una dedicatoria que dice: “El relato fiel y sencillo de una notable aventura es respetuosamente dedicado por el narrador, Allan Quatermain, a todos los niños, grandes y pequeños, que lo lean”. Efectivamente, es un relato sencillo y, por lo mismo, de una lectura llana, fácil y sabrosa. Es un libro para disfrutar y sentir, junto a los personajes, la adrenalina de la aventura. Puede ser leído por niños, adolescentes y adultos con alma de niños. Quatermain, un experimentado y veterano cazador de elefantes, es contratado por Sir Henry Curtis para buscar a un hermano perdido que había salido en busca de los tesoros de las legendarias minas del rey Salomón, ubicadas en algún lugar remoto y perdido de África. Los acompaña el capitán de marina John Good. Los tres personajes, más Umbopa, un negro que hace de guía, emprenden una azarosa travesía por el desierto donde pasarán hambre y sed, hasta llegar a las montañas conocidas como los Senos de Sheba. Las cruzan y llega al país de los kukuanos.  Allí, el guía Umbopa  resulta ser Ignosi, el rey legítimo de los kukuanos, cuyo poder había sido usurpado por el cruel rey Twala. Entonces los aventureros participan activamente en la guerra civil que le restituye el trono a Ignosi. Este los recompensa permitiéndoles la entrada a las minas del rey Salomón que se encuentran en unas montañas cercanas. En ese sitio, ingresan a El Lugar de la Muerte, una especie de caverna que les causa espanto y maravilla, luego a la Cámara de los Tesoros del rey Salomón, un espacio lleno de oro y diamantes. Allí, la malvada hechicera Gagool intenta enterrarlos vivos, pero logran salir gracias al ingenio. Después de recuperarse de tan intensa experiencia vuelven a la caverna con la intención de hallar el resorte o la clave que les permitiera abrir la hermética cerradura de la cámara, pero no lo logran. Finalmente se despiden del rey Ignosi y en el camino de regreso, en un oasis del desierto, encuentran al hermano perdido de Sir Henry Curtis.

La novela hay que entenderla en su contexto. Seguramente, hoy en día, con la conciencia actual del mundo sobre los problemas ambientales y la conservación de la flora y fauna, resulte chocante un personaje que se dedica a casar elefantes, seguramente no será de la simpatía de animalistas y ecologistas, pero, como ya dije, hay que entender el actuar de los personajes en un contexto histórico, social y cultural determinado. Estamos hablando de la cultura inglesa de finales del siglo XIX, estamos hablando de la época victoriana. El libro fue impreso por primera vez 1885, época de la Inglaterra imperialista, con colonias en diversas partes del continente africano. Su autor, Rider  Haggard, fue hijo de un acaudalado terrateniente y él mismo fue un funcionario del gobierno inglés en Sudáfrica. Es sabido que los integrantes de la alta sociedad tenían como forma de adquirir dinero o como deporte, la costumbre de cazar animales salvajes del África, especialmente el elefante para comercializar el marfil de sus colmillos. En la actualidad, estas prácticas son objetadas o simplemente no aceptadas. 

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