martes, 14 de julio de 2015

LA CONQUISTA DEL PAN



1-      La conquista del pan, Piotr Kropotkin, ruso, Primera edición. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2005. 224 páginas; 20x13 cm. Utopía Libertaria Colección.

En la página 4, donde aparecen los datos de la editorial, la colección, ciudad, fecha de impresión, número de ISBN, ley que marca el depósito, etc., también está la típica leyenda, pero lo que dice no es típico: “La reproducción de este libro, a través de medios ópticos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotocopias está permitida y alentada por los editores.” No podía ser de otra manera- y debe estar en consonancia- tratándose de un libro de divulgación de las ideas anarquistas.
Piotr kropotkin, en castellano Pedro Kropotkin, publicó este libro en 1892, uno más-tal vez el más conocido- de una larga lista de otras publicaciones en donde se refiere en forma específica a temas relacionados con el ideario anarquista.
En “La conquista del pan”, Kroptkin señala que los bienes, tanto materiales como del pensamiento, que existen en la civilización son la herencia del sacrificio de millones de seres humanos que existieron antes de nosotros y que, por lo tanto, nadie tiene derecho a adueñarse de esos bienes. Proclama que todos los hombres y mujeres del mundo tienen derecho al bienestar pues las riquezas son suficientes. ¿Cómo se logra esto? A través de la revolución que proclame el comunismo anárquico, que es la nueva forma de organización de la sociedad. La anarquía conduce al comunismo y el comunismo conduce a la anarquía. Nos dice que ambos no son más que la tendencia predominante en las sociedades modernas: la búsqueda de la igualdad. Señala: “El salariado ha nacido de la apropiación personal del suelo  y de los instrumentos para la producción por parte de algunos. Era la condición necesaria para el desarrollo de la producción capitalista; morirá con ella, aunque se trate de disfrazarla bajo la forma de “bonos de trabajo”. La posesión común de los instrumentos de trabajo traerá consigo necesariamente el disfrute en común de los frutos de la labor común.” Agrega: “Sostenemos, no sólo que es deseable el comunismo, sino que hasta las actuales sociedades, fundadas en el individualismo, se ven obligadas de continuo a caminar hacia él.” La expropiación, que es la posesión de la tierra, de los medios de producción y de los bienes, por parte del pueblo trabajador, terminará con la distinción de ricos y pobres, pues ya no habrá explotadores ni explotados: “Quiérase o no, así entiende el pueblo la revolución. En cuanto haya barrido los gobiernos, tratará, ante todo, de asegurarse un alojamiento sano, una alimentación suficiente y el vestido necesario, sin pagar por ellos. Y el pueblo tendrá razón. Su manera de actuar estará infinitamente más conforme con la ciencia que la de los economistas que hacen tantas distinciones entre los instrumentos de producción y los artículos de consumo. Comprenderá que es precisamente por ahí donde debe comenzar la revolución, y sentará las bases de la única ciencia económica que pueda reclamar el título de ciencia, y que podría llamarse estudio de las necesidades de la humanidad y medios económicos de satisfacerlas.” Luego se refiere en específico a los alimentos, la vivienda, el vestido, vías y medios, las necesidades de lujo, el trabajo agradable, el libre acuerdo, las objeciones que se oponen al comunismo, el salariado colectivista, consumo y producción, la división del trabajo, la descentralización de las industrias, para finalizar con el tema de la agricultura.  
En relación al tema del libre acuerdo, es un buen argumento para la idea de la libertad absoluta del ser humano, para el principio de que el ser humano pude vivir y organizarse libremente en búsqueda del bien común  sin la tutela del Estado y sin ningún tipo de autoridad que lo obligue. Para ello expone como ejemplos, entre otros, a la asociación inglesa de salvataje y a la Cruz Roja, grandes organizaciones que nacieron de la concurrencia y el trabajo libre y voluntario de entendidos en el tema con una finalidad altruista y no de sentido empresarial.
En cuanto a las necesidades de lujo, Kropotkin señala que son parte de la complejidad del ser humano. En la sociedad comunista una vez resuelto el problema de las necesidades materiales como la alimentación, el abrigo y la vivienda, también se podrán satisfacer otras necesidades de carácter espiritual como el cultivo de las ciencias, el arte y la literatura. Estas serían para él las necesidades de lujo. Señala que habrá tantos deseos o gustos como personas integrantes de la sociedad y esto es deseable que sea así. Se incrementarán las necesidades de lujo por cuanto la jornada laboral será de 4 a 5 horas, tiempo suficiente para asegurar el sustento de todos y el resto será tiempo de recreación: cada persona determinará libremente qué hacer con él. Se podrá asociar con otros que tengan gustos similares y crear sociedades científicas, artísticas o literarias.
Destacable es también el tema de las objeciones, pues es una suerte de discurso dialéctico en donde expone las objeciones al comunismo que son los argumentos que intentan invalidarlo para luego exponer los contraargumentos que sustentan la tesis comunista. Por ejemplo, la objeción: “Si cada uno tiene asegurada su existencia, y si la necesidad de ganar un salario no obliga al hombre a trabajar, nadie trabajará, cada uno descargará sobre los otros el trabajo que no se vea forzado a hacer”. Como contraargumento, Kropotkin expresa que el trabajo asalariado no da los frutos que se esperan de él y, en cambio- está demostrado por los hechos de la historia- el trabajo voluntario lo supera con creces en productividad.

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